El origen del jabón no está del todo claro, pero se cree que lo inventaron los antiguos babilonios hace unos 4.000 años. Hervían cenizas y grasa animal para crear una sustancia parecida al jabón que utilizaban para limpiar la lana y el cuero.
Los antiguos egipcios también fabricaban jabón con una mezcla de aceite de oliva y cenizas vegetales. Los romanos también producían jabón a gran escala utilizando grasa animal y cenizas.
Sin embargo, el uso del jabón como producto de higiene personal no se popularizó hasta mucho más tarde, cuando se comprendió mejor la relación entre higiene y salud. A partir del siglo XIX, la fabricación de jabón se convirtió en una industria a gran escala y el jabón se generalizó como producto de consumo en todo el mundo.
Existen muchos tipos de jabón en el mercado, cada uno con sus características y beneficios específicos. Algunos de los tipos de jabón más comunes son:
Jabones en barra: son los tipos más comunes de jabones y suelen estar hechos de una combinación de aceites y grasas animales o vegetales. Pueden enriquecerse con ingredientes como miel, aloe vera o aceites esenciales.
Jabones líquidos: son similares a los jabones en pastilla, pero se presentan en forma líquida y se utilizan con una bomba o dosificador. Suelen utilizarse en baños públicos y lugares donde muchas personas necesitan lavarse las manos.
Jabones antibacterianos: están formulados con ingredientes que ayudan a eliminar bacterias y otros gérmenes. Suelen utilizarse en hospitales, clínicas y otros lugares donde la higiene es especialmente importante.
Jabones exfoliantes: están formulados con ingredientes que ayudan a exfoliar la piel y eliminar las células muertas. Pueden contener ingredientes como azúcar, sal o piedras pómez.
Jabones hidratantes: están formulados con ingredientes que ayudan a hidratar la piel y prevenir la sequedad. Pueden contener ingredientes como glicerina, manteca de karité o aceites vegetales.
Jabones ecológicos: se elaboran con ingredientes ecológicos y naturales y suelen estar libres de productos químicos sintéticos. Suelen considerarse una opción más sana y ecológica.
Jabones terapéuticos: están formulados con ingredientes que ayudan a tratar afecciones cutáneas específicas como el acné, el eccema o la psoriasis. Suelen contener ingredientes activos como ácido salicílico, azufre o carbón activado.
Estos son sólo algunos ejemplos de los tipos de jabones disponibles. Hay muchos otros tipos de jabones, cada uno con sus características y beneficios específicos.